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"El negacionismo aplicado a los deberes"

18/11/2016 Alfredo Aranda Platero
Vicepresidente del Sindicato PIDE

En este diario se publicó un artículo de Víctor Bermúdez Torres el día 12 de noviembre de 2016, titulado «Más sobre la huelga de deberes», donde se alineaba a favor de la huelga de deberes convocada por la CEAPA para los fines de semana de noviembre y que, además, aprovechaba para desacreditar a todos los que creemos que las tareas escolares de calidad y adaptadas a la edad del niño son buenas.

En primer lugar centró su objetivo en una madre, Nuria Pérez, que se opuso a la huelga de deberes en una carta que se hizo viral hace algunos días. En dicha misiva cuestionaba la huelga porque, según consideraba, desacreditaba a los docentes. Esta madre en su carta hablaba del diálogo, de la autonomía y de la responsabilidad que genera una educación bien entendida, del respeto necesario a los docentes, de su labor como madre acudiendo a las tutorías cuando algo le parece mal en vez de montar una huelga.

Para Bermúdez la sensatez que esgrime esta madre en su carta, está basada en argumentos baldíos. Además considera que la huelga no supone ningún descrédito para los docentes y no entiende por qué no puede una madre disentir de un profesor delante de sus hijos.

Es sabido que cuando los docentes y los padres están «a partir un piñón» el hecho educativo es mucho más efectivo. Cuando un niño ve que su profesor y sus padres están de acuerdo no hay lugar para los malos entendidos. Cuando no es así, y los padres no respetan al docente, el alumno tenderá a no respetarlo, porque el respeto se aprende en el seno familiar.

Bermúdez en su artículo también hace alusión al «sindicato más pujante en la región», refiriéndose a PIDE, e intentando desacreditar los argumentos que el que suscribe estas líneas escribió en un artículo titulado «No lo llames deberes, llámalo tareas» que se publicó el día 3 de noviembre de 2016 en el diario Hoy.

El profesor Bermúdez considera que el hábito de estudio no tiene por qué desarrollarse en casa. Prosigue argumentando que los países con más puntuación en PISA imponen pocos deberes a los niños.

Parece desconocer que en el entorno europeo sí se mandan, y con normalidad, deberes para casa. En Francia, por ejemplo, se llevó a cabo hace algún tiempo la llamada «huelga de lápices caídos», pero la iniciativa quedo en nada y siguen existiendo deberes en casa, alrededor de 4 horas y media por semana. En Bélgica establecen 5 horas y media para los deberes escolares. En Finlandia se dedican 2 horas y media a la semana y además los padres realizan labores de apoyo a los niños con lectura en casa y ayuda al estudio. En Alemania dedican a los deberes algo más de 4 horas a la semana. La media según la OCDE es de 4 horas a la semana de deberes, cuando en España es de algo más de 6 horas.

Si la media de la OCDE es inferior a la media española, adaptémonos a la media. En el término medio está la virtud. Pretender quitar los deberes de un plumazo es una temeridad, que no traería nada bueno para el futuro de nuestros alumnos.

Desde que el niño es muy pequeño aprende hábitos que le serán imprescindibles para su vida futura: ponerse los zapatos, abrocharse los cordones, comer solo, mantenerse sentado en la silla, lavarse y secarse las manos, utilizar la cisterna después de ir a váter, recoger sus juguetes, dormirse solo, tener un horario de descanso estable y un largo etcétera. Todos estos hábitos darán al niño autonomía y seguridad y, por extensión, autoestima.

Cuando el niño va creciendo se suman nuevos hábitos a su necesaria formación como persona que progresa y que avanza hacia la consecución de mayores cotas de autonomía. Uno de esos nuevos hábitos cuando el niño entra en primaria es la realización de tareas de responsabilidad, una de ellas es el estudio. El hábito de estudio utilizado convenientemente, adaptado a la edad del niño para que no suponga agobio alguno para el discente es una potente herramienta para asentar conocimientos. Racionalizando el tiempo de estudio el niño puede disponer de otros tiempos para hacer actividades no escolares. Esta reflexión es considerada por el Sr. Bermúdez un modelo de pedagogía rancia y basada en argumentos vacíos, parece que lo moderno, para determinados posicionamientos pedagógicos, es que el niño crezca sin ninguna responsabilidad con respecto a sus tareas escolares.

El niño necesita tiempo para jugar con otros niños, tiempo para estar con la familia y tiempo para realizar actividades extraescolares, lo que no está reñido con los deberes. ¿Puede un niño de 10 años dedicar 30 minutos de deberes al día? ¿Dedicando ese tiempo de estudio le queda tarde para jugar con los amigos, estar con la familia o ir a clases de teatro? La respuesta es obvia. Creo firmemente que ese es el debate real, el otro es ideológico.

Según Víctor Bermúdez la objeción a los deberes no es porque no tengan tiempo para hacerlos, sino porque son un error, son poco efectivos y ocupan el tiempo de ocio familiar.

Considerar un error los deberes escolares es el error. La experiencia, el conocimiento de cualquier materia, se adquiere por la vivencia de la experiencia misma y los deberes ayudan a asentar la experiencia y el conocimiento, son un complemento de mucho valor. Otra cosa, en la que estoy plenamente de acuerdo, es que un exceso de deberes puede ser contraproducente.

Inger Enkvist, insigne pedagoga Sueca experta en enseñanza de lenguas y sistemas educativos comparados, en una entrevista en el programa “La ventana” de la Cadena Ser, dijo el pasado 15 de noviembre de 2016 que es un disparate quitar las tareas escolares, aclaraba, además, que ningún país con alto nivel educativo prescinde de los deberes, y añadía que los mejores son los que suponen un repaso de lo visto en clase. Destacaba de Finlandia no sólo la calidad de los deberes, sino también el respeto que los padres, los alumnos y el Estado tienen a los profesores.

En cuanto a si los alumnos deben hacer solos o no sus tareas, el Sr. Bermúdez hace suyo el argumento de la CEAPA sobre los entornos favorables y desfavorables y su influencia a la hora de que los niños estén más o menos motivados.

No se puede negar que haya entornos más favorables que otros y que, por tanto, la desigualdad en este aspecto también sea un hándicap para muchos alumnos. Lo que no es óbice para arremeter contra las tareas en casa, pues hasta en los entornos más desfavorecidos los deberes pueden ser un valor que compense muchas de las carencias que ciertos ambientes pueden provocar.

Es recomendable conocer la conclusión del informe PISA con respecto a los deberes. Según dicho informe hay que evitar que los deberes aumenten las desigualdades socioeconómicas buscando fórmulas para animar a los alumnos desfavorecidos a realizar las tareas, pero quedaba claro que los deberes son una oportunidad más de aprendizaje que debemos ofrecerle al alumno.

Para concluir reivindico el revisionismo sensato de todo lo referente a la educación, frente al negacionismo de aquellos que elevan a la categoría de verdad absoluta sus posicionamientos ideológicos, por mucho que los quieran enmascarar tras la pátina de una supuesta pedagogía moderna.

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