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                PIDE
«La
                enseñanza pública y la privada concertada»
                JOSE
                MANUEL Chapado 06/05/2010 
LA enseñanza
                lleva ya muchos años sometida a constantes devaneos y tensiones
                como resultado de la demanda del aumento de cupos, la disminución
                de recursos financieros y humanos, la necesidad de mantener o
                elevar la calidad del trabajo académico y el desarrollo
                tecnológico. Por otro lado, los sindicatos de la enseñanza
                concertada -USO, UGT y FSIE- han anunciado que adoptarán
                «fuertes medidas de presión» por la reducción
                de unidades concertadas para el curso 2010-2011. En otras palabras,
                por la reducción del beneficio económico que supondrá
                para los titulares de los centros privado-concertados (este término
                es el correcto) a los que representan. Podemos traer a colación
                la máxima de Bertrand Russell: «las personas tenemos
                dos tipos de moralidad que van siempre juntas, la que predicamos
                pero que nunca llevamos a la práctica y la que practicamos
                pero que rara vez predicamos». De esto queremos hablar:
                de la doble moral hipócrita al tratar estos temas.
                Estos centros están acostumbrados a recurrir a todos los
                mecanismos empresariales habidos y por haber para «captar
                clientes», y, si puede ser, de por vida: desde la educación
                infantil hasta el bachillerato. Tales mecanismos pueden ser la
                mercadotecnia, la buena imagen, la soterrada selección
                de alumnos, la exclusión del alumnado inmigrante y algunas
                otras. Circunstancias todas que chocan, en la otra cara de la
                moneda, con un hecho capital e irrefutable: el profesorado y el
                personal de los centros públicos es contratado siguiendo
                rígidas y burocráticas normas oficiales de selección
                por concurso-oposición que garantizan una calidad docente
                digna y escrupulosa en condiciones de igualdad, mérito
                y capacidad.
                Y digo yo, ¿cuáles son las reglas a que se somete
                el profesorado de estos centros privado-concertados? No tienen
                nada que ver con sus méritos académicos ni su aptitud
                docente, que no se pone en duda, (claro que su actitud sí
                ha de ser la adecuada, faltaría más). Tras pasar
                la criba de los requisitos indispensables como el de antiguo alumno,
                amistad manifiesta, familia bien conectada o religión afín,
                es la entrevista la que suele decidir: detalle tan aleatorio como
                interesado con el fin de demostrar que el candidato reúne
                el perfil ideológico deseado por el centro.
                En las últimas décadas la frontera que separa lo
                público de lo privado se ha ido difuminando; dado que el
                Estado, sometido a presiones interesadas -expresamente políticas-
                ha ido ocupando parcelas productivas cuando la rentabilidad de
                éstas no las hacía acreedoras del interés
                privado.
                Se recurre al Estado para que cargue con las pérdidas bajo
                la amenaza de «fuertes medidas de presión»,
                olvidándose que nada tienen que ver con los servicios públicos
                y pertenecen por completo a la esfera de la iniciativa privada.
                La educación pública se ha convertido, a través
                de los conciertos, en una fuente inagotable de riqueza para los
                centros privados agraciados con el patrocinio de la Consejería
                de Educación. Para estos colegios privados-concertados
                el riesgo es nulo y el beneficio está asegurado, aunque
                sea con menoscabo del servicio educativo.
                Hay que acotar el desenfreno que se lleva a cabo con dinero público
                y delimitar qué actividades corresponden al sector privado
                y cuáles al público. Al privado pertenecen todas
                aquellas que comporten iniciativa e innovación, con un
                beneficio razonable a cambio de un riesgo determinado, que son
                todas las que no afectan a intereses y derechos colectivos de
                la ciudadanía, es decir la mayor parte de las actividades
                económicas. Por el contrario, corresponden al Estado todas
                aquellas actividades que no depararían beneficio alguno
                para el inversor privado de no contar con la seguridad que generan
                los presupuestos de la Administración, como, por ejemplo,
                impartir una enseñanza pública de calidad a todos
                los ciudadanos extremeños. Recientes estudios avalan que
                «la enseñanza concertada no es más eficiente
                que la enseñanza pública» y que «los
                conciertos no favorecen la equidad y aumentan las desigualdades»
                ¿Se necesitan más motivos para reducir paulatinamente
                los conciertos existentes? Éste es un modelo que se implantó
                en España de forma coyuntural en una determinada situación
                de nuestra transición, pero alejado hoy día de los
                países más avanzados donde existe una amplia red
                pública de calidad.
                La iniciativa privada es imprescindible, pero nadie puede pretender
                que su beneficio provenga de los presupuestos del Estado, transgrediendo
                su razón de ser y con menoscabo de la justicia social inherente
                al estado del bienestar. Dejando de lado su viabilidad económica,
                parece coherente que servicios básicos como la educación
                sean públicos, gratuitos y accesibles para todos los ciudadanos
                al ser la única que nos facilita las herramientas para
                ser iguales. Es el momento de poner en valor el importante esfuerzo
                que realiza la Administración y los profesionales de la
                enseñanza pública de Extremadura para llegar a todos
                los puntos de nuestra geografía que no son «óptimos»
                para la enseñanza privada-concertada al no existir ningún
                beneficio económico para su implantación.
                Para los sindicatos de la enseñanza concertada -USO, UGT
                y FSIE-, lo importante es que los padres puedan elegir, petición
                manida y recurrente de estos defensores de la homologación
                y la solidaridad, que se contradice con la inmoralidad que supone
                el derecho de admisión que los centros privados aplican
                (excluyendo a los alumnos que molestan, incordian y dan constantes
                problemas). Para los centros privados, los más débiles
                y víctimas sociales ponen en peligro a los más dóciles
                y estudiosos y, casi siempre, los más pudientes. ¿Cuántos
                inmigrantes y minorías étnicas están escolarizados
                en estos centros? De nuevo, la solidaridad mal entendida. En consecuencia,
                no es de extrañar que el Sindicato del Profesorado Extremeño
                (PIDE) solicite a la Consejería de Educación que
                sea valiente e inicie decididamente la supresión de los
                conciertos educativos y la creación de los centros públicos
                necesarios que lo posibilite. Y en eso estamos.
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